El Lugar


Una ambulancia, el choque había sido muy fuerte y sin señales desde adentro, solo había ansiedad.
Mientras la policía y bomberos trabajaban, los curiosos competían narrando distintas versiones.
Lograron destrabar la chapa y salió tosiendo hasta la vereda,
el médico asombrado corrió a atenderla,
no era lógico alguien ileso en semejante escenario.

Estaba dicho, la atmósfera de humo gris contenía el milagro de su nombre,
fue uno de esos sustos que lleva a redescubrir la felicidad de las cosas simples.
Más tarde, en casa, se sentó a la mesa familiar, cenó, y entre caricias y rezos se entregó a Morfeo.

Finalmente se decidió, fue a la estación y sacó el boleto.
Ya en el barrio, dando la vuelta manzana ve algunas casas pintadas de otro color,
siente el aroma de la fruta fresca de la feria, cuando, al llegar a esa cuadra entrañable,
lo ve pasar caminando. ¿Lo ve pasar?
Observa que aún lleva ese signo, esa delgadez que mostraba
a los varones de la época como a un Dios altivo.
 Lo pierde en la esquina, entonces apura el paso para verlo más de cerca.

Era la casa de altos, en Flores,
utopía sin pausa
en manos que surcaron mares hasta el Big Bang,
del nuevo cielo ella es el Angel,
cobija al mundo sin claudicar.

De vuelta al lugar del vals, allí donde las cosas simples,
la esperará siempre esa risa que sorprende
su mirada trae al presente aquello que quiera ver,
siempre por la tarde, más precisamente,
con el runrún del tren.


La Casita tiene jardín, está en Buenos Aires,
podes llegar... yendo derecho

por el camino del arroba
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Desde el principio