El nombre de la flor
I
Él yace contra la roca,
desde esa ladera trasciende la leyenda,
los Dioses de los cuatro vientos
vencidos por la entraña de un amor.
Las enviadas protectoras, cerca de sucumbir,
imploran una señal que niegue la agonía,
animan a tu alma,
en cisma los sentidos
Más allá del silencio mustio,
se siente,
aún hay más.
Ella te espera
Un soplo ligero arrastra polvo a tu huella, entonces,
las madrinas encarnan la ofrenda:
la flor, a Dios se encomienda,
a duras penas la abubilla desprende un pétalo
y en vuelo raso de último adios,
lo deja caer sobre tu pecho amante.
Ella te inspira, alienta otro intento,
mas, aun con tus agallas, sucede
Se empaña el horizonte,
un fresco rocío con dejo a lágrimas,
bautiza tu corazón
con la fragancia de su nombre:
"No me olvides"
II
Tras la estela de los héroes,
una abubilla joven
desciende al paraje de honor latente,
entre despojos intuye su misión
A la distancia,
la tormenta de polvo ha cesado,
en busca de ramas y hierbas
las manos prestas a la cena
Ella es ansiedad, hambre, esperanza,
en la cueva el eco agiganta el ruido de las chispas
de un fuego que cocina un caldo para dos
Con la última claridad
el ave toma en su pico aquella flor mutilada
y se alza en raudo vuelo
A ciegas sobrevuela la meseta,
tras los matojos pierde altura
y un débil aroma guía el final del cometido
Ella se relame con unos sorbos
se espanta por un brillo que entra veloz
cuando las alas planean al fuego,
ya en tierra el pájaro gorjea y del pico,
la flor al suelo
Se arrodilla
se ahoga el nombre de su amado
sus manos juntas abrazan al hombre
llevando la flor a su pecho
I
Él yace contra la roca,
desde esa ladera trasciende la leyenda,
los Dioses de los cuatro vientos
vencidos por la entraña de un amor.
Las enviadas protectoras, cerca de sucumbir,
imploran una señal que niegue la agonía,
animan a tu alma,
en cisma los sentidos
Más allá del silencio mustio,
se siente,
aún hay más.
Ella te espera
Un soplo ligero arrastra polvo a tu huella, entonces,
las madrinas encarnan la ofrenda:
la flor, a Dios se encomienda,
a duras penas la abubilla desprende un pétalo
y en vuelo raso de último adios,
lo deja caer sobre tu pecho amante.
Ella te inspira, alienta otro intento,
mas, aun con tus agallas, sucede
Se empaña el horizonte,
un fresco rocío con dejo a lágrimas,
bautiza tu corazón
con la fragancia de su nombre:
"No me olvides"
II
Tras la estela de los héroes,
una abubilla joven
desciende al paraje de honor latente,
entre despojos intuye su misión
A la distancia,
la tormenta de polvo ha cesado,
en busca de ramas y hierbas
las manos prestas a la cena
Ella es ansiedad, hambre, esperanza,
en la cueva el eco agiganta el ruido de las chispas
de un fuego que cocina un caldo para dos
Con la última claridad
el ave toma en su pico aquella flor mutilada
y se alza en raudo vuelo
A ciegas sobrevuela la meseta,
tras los matojos pierde altura
y un débil aroma guía el final del cometido
Ella se relame con unos sorbos
se espanta por un brillo que entra veloz
cuando las alas planean al fuego,
ya en tierra el pájaro gorjea y del pico,
la flor al suelo
Se arrodilla
se ahoga el nombre de su amado
sus manos juntas abrazan al hombre
llevando la flor a su pecho