Buenos Aires, por acá
Chacarita, hereda ese aire de taitas esmerados,
por siempre, ese silencio proverbial
que cesa con la voz de los nietos,
o cuando la memoria de los nobles
sobrevuela sus plazas
en aroma de eucalipto y rumor de tambores.
Allí permanezco,
en esos pasos mi sombra es más ancha.
Villa Crespo trasnocha entreverado
la bohemia de porteños porfiados,
los hay quienes truecan, otros,
envalentonados tiza en mano,
sueñan su música despiertos
ante tanta carambola.
Sin duda estoy allí,
le pertenezco.
Colegiales tiene mucho de ambos
es pintoresco como ninguno de ellos,
su armonía es el culto a los colores,
a su gracia, a su propia poesía.
Es mi lugar
y lo seguirá siendo,
es el lugar,
de mi hoy más sentido.
En las veredas de estos barrios,
simplemente, vaga mi libertad.
Chacarita, hereda ese aire de taitas esmerados,
por siempre, ese silencio proverbial
que cesa con la voz de los nietos,
o cuando la memoria de los nobles
sobrevuela sus plazas
en aroma de eucalipto y rumor de tambores.
Allí permanezco,
en esos pasos mi sombra es más ancha.
Villa Crespo trasnocha entreverado
la bohemia de porteños porfiados,
los hay quienes truecan, otros,
envalentonados tiza en mano,
sueñan su música despiertos
ante tanta carambola.
Sin duda estoy allí,
le pertenezco.
Colegiales tiene mucho de ambos
es pintoresco como ninguno de ellos,
su armonía es el culto a los colores,
a su gracia, a su propia poesía.
Es mi lugar
y lo seguirá siendo,
es el lugar,
de mi hoy más sentido.
En las veredas de estos barrios,
simplemente, vaga mi libertad.